lunes, 20 de julio de 2015

CAPÍTULO 7

¡¡HOLAA!! Buff, estoy emocionadídima porque creo que es el capítulo más largo que he escrito en mi vida, así que me siento súper orgullosa. También decirles a Shiinna, Nacho y Paula yuna que no me he olvidado de sus premios, pero es que los tengo empezados desde el móvil y no sé cómo nominar a otros blogs para que cuando alguien pinche en el nombre, llegue directamente al blog indicado. Si cualquiera sabe cómo hacerlo desde el móvil, os lo agradecería muchísimo.

Lo siento también mucho por tardar pero no es porque yo no quiera subir capítulo, es porque se me ha estropeado la bateria y he tenido que comprar una nueva.

Sin más dilación:

CAPÍTULO 7


  En cuanto Cumma se da cuenta de quiénes son las personas que lee dificultosamente, se pone a llorar. Lo cojo entre mis brazos y calmo sus hipidos y lágrimas descontroladas. Las mejillas me arden e intento no llorar, pero impidiendo las lágrimas, solo consigo que suban a más. Abrazo más fuerte el pequeño cuerpo de Cumma. No puedo entender cómo ha surgido un fallo en la central; tengo el ligero presentimiento de que todo ha sido culpa del Capitolio. Siempre es su culpa.
  Mis padres están muertos.
  ¿Y qué hago yo ahora? Tengo a Cumma, un niño de seis años con problemas psicológicos, y ahora más que nunca. Tendrá su infancia llena de recuerdos horribles, y madurará demasiado rápido. Igual que yo... Pero seguramente no recordará mucho de esta tragedia cuando sea mayor, lo sé. Pero la realidad es que ahora solo estoy yo. Mis hermanos dependen únicamente de mí. No sé cómo conseguir comida, ropa, algo de dinero... Y menos ahora con la guerra. Sólo conseguiré que metan a Evinniss y Cumma en un orfanato con agentes de la paz.
  Me seco las lágrimas de la cara con la manga de la chaqueta y me siento al lado de Evinniss, con Cumma todavía agarrado a mí. Abrazo a los dos y ellos me abrazan a mí, como si nuestra única salida fuera esa. Permanecemos varios minutos en esa posición, y después, me levanto.

  -Tenemos que hacer algo -digo muy seria -. No nos llevarán a un orfanato. Vamos a resistir.

  -¿Y cómo pretendes hacerlo, estúpida? -pregunta Evinniss, no con su carácter egocéntrico e irónico, pero sí con hipidos, lo que me da algo de pena.

  -Necesitamos ayuda de algún tipo. No conocemos gente rica del distrito (y menos del Capitolio), así que mientras pensamos en algo, la comida deberemos reservarla y que no se agote. Podemos pedir alguna cosa a nuestros amigos.

  -Vale -dice Evinniss poniéndose en pie -. ¿Entonces no hay plan? ¿Moriremos de hambre, nos llevarán al orfanato?

  -Yo no he dicho eso.

  -Tus palabras lo dicen todo. La comida escasea, no hay dinero. ¿Cómo pagaremos el colegio?

  Me rindo. Ya no sé qué decir. Me ha pillado con el dinero. Mis padres conseguían lo justo y necesario para vivir.

  -No..., no lo sé.

  Evinniss me mira y sacude los brazos.

  -Perfecto. Estamos destinados a morir porque no tienes nada dentro de la cabeza.

  -¿Y por qué no piensas tú algo? ¿Por qué me dejas a mí todo el marrón? -grito acercándome a él y poniendo un dedo en su pecho. -¿Si tan imbécil soy por qué no nos dices qué haremos ahora? ¿Eh?

  Se queda muy recto, supongo que asimilando todo. En vez de responder, da media vuelta y se mete en su cuarto. Me quedo de pie, pensando en lo mal que se comporta Evinniss conmigo, porque sabe que soy más lista que él.

  -¿Qué vamos a hacer? -pregunta Cumma tímidamente.

  Le miro y veo que está un poco asustado, puede que por los gritos que hemos pegado.

  -Mira, -empiezo, sentándome a su lado -va a ser un poco difícil seguir adelante sin papá y mamá, pero juntos podremos, ¿vale?

  Él asiente con la cabeza.

  -Muy bien -hago una pausa -. No le puedes contar a nadie que papá y mamá se han ido... porque podrían pasarnos cosas muy malas. Será un secreto solo de nosotros tres.

  -Vale.

  Lo beso en la cabeza y lo acerco hacia mí. Le abrazo y apoyo la barbilla en su pelo.

  -Todo saldrá bien...

  Me muerdo el labio inferior y dejo mi mirada puesta sobre un cuadro azul. Un paisaje con nieve azulada, brillando bajo una luna plateada. Hay varios pinos desperdigados por lo lejos, con pequeños trozos de cristal y nieve reflejando luz de diamantes preciosos. Las estrellas brillan y parpadean; parece que se mueven con cada toque de rayo lunar. Y detrás de los pinos, unas montañas se encuentran con las estrellas, conversando sobre nevadas y otras delicias invernales.
I
  El cuadro parece estar en movimiento todo el tiempo, consiguiendo hipnotizarme. Lo pintó mi madre cuando Evinniss y yo teníamos apenas dos años, creo que en el Distrito 10, porque allí es muy frecuente las nevadas en invierno. Pensar en mi madre hace que llore en silencio, pensando en todas las veces que no le dije que la quería. Que la quería un montón. Pero ya es tarde.

  Suelto a Cumma y me meto en mi cuarto, en la cama. Sigo llorando hasta que me calmo poco a poco, y me duermo...

          *               *               *

  Me despierto tranquila, pensando en un buen día, pero toda la felicidad se desvanece cuando la imagen de mis padres me viene a la cabeza. Empiezo como siempre, solo que ya no sé que mis padres están trabajando, ahora me miran y me dicen: <Levántate>. Lo hago y me visto. En la cocina veo a Evinniss darle un bollito industrial a Cumma. Solo puede desayunar eso, se acabará la comida...

  -Hoy llevo yo al pequeño -digo mirando a Evinniss.

  -Vale -contesta en tono muy seco, sin ni siquiera mirarme.

  Cojo a Cumma de la mano y lo saco fuera. Vamos andando hasta la parada del autobús. Esperamos unos minutos, y cuando llega, me meto en la parte izquierda del principio, con mi hermano a mi lado. Coral me mira asombrada, desde el otro lado. Veo de reojo que pretende decirme algo, pero se encoge de hombros y mira por el cristal. Respiro, aliviada de que no tenga que explicarle nada.

  El trayecto se me hace corto; me paso todo el tiempo con la cabeza apoyada en el respaldo y con los ojos cerrados. Mi mano acaricia el pelo rizado de Cumma. Cuando dejo de oír el traqueteo, abro los ojos y me levanto. Llevo a Cumma a su clase y después me voy a la mía.

  Paso casi todo el tiempo pensando en mis cosas, sentada en la dura superficie de madera de mi silla. Ni Coral ni Enddria pretenden acercarse a mí para decirme algo. Con mi expresión les he dejado bien claro que no me apetece hablar. Recreo. Salgo corriendo hacia las escaleras para que no me siga nadie, y entro en la pequeña puerta que da al Basurero. Paso entre papeles y cartón, esquivo una huevera de plástico rota y vacía, aplasto con la mano una manzana pocha. Sacudo el brazo entero y me limpio en las paredes de suciedad y basura. Cuando me estaciono en la parte en la que Moos y yo nos sentamos, me mantengo callada. Me abrazo las rodillas y oigo un crujido. Más bien un papel arrugarse. Me habrá seguifo Coral, seguro, porque no puede verme triste sin hablarme. Pero a quien veo es completamente distinto, su pelo rubio aparece detrás de una columna y lo reconozco de inmediato.

  -Hola. Sabía que estarías aquí -comenta.

  -Cállate, Moos.

  -No me voy a ir hasta que escuches lo que pasó ayer.

  -No quiero que hables conmigo porque sé lo que sucedió. Después de decirte que no quería nada contigo me besaste. ¡Me besaste, Moos! No tienes ni idea de lo humillada y enfadada que me sentí.

  -Fue Leevy.

  -¿Qué? -pregunto, confundida.

  -Él me dijo que lo hiciera. Que así te conquistaría.

  Me quedo unos segundos sin decir nada, mirándome los pies.

  -Sigo sin perdonarte. ¿Por qué le hiciste caso al imbécil de Leevy? Te creía más inteligente...

  -Mira, de verdad que lo siento. No debí hacerle caso. Perdóname.

  Lo dice bastante arrepentido, con mucha pena en sus palabras. Ahora lo entiendo todo.

  -Te gusto.
 
  -Sí -responde, mirándome.

  -De verdad.

  -Sí.

  -Vaya... -miro sus ojos azules -Te perdono. Ven aquí.

  Le cojo un brazo y lo acerco a mí. Le abrazo fuerte, y ya estoy deseando contarle todo lo que pasó ayer por la tarde. Él me abraza también y coloca su barbilla en mi hombro.

  -Gracias, gracias. Lo siento mucho, Willow. Gracias.

  De repente una pared de basura a siete metros de mí empieza a balancearse suavemente, para terminar cayendo. Moos y yo miramos estupefactos todo tirado por los suelos (y no es que antes no estaba así de asqueroso). Las demás columnas van haciendo lo mismo que la primera, caen todas.

  -¿Qué está pasando? -pregunta Moos.
 
 A modo de respuesta, Coral aparece en la entrada del Basurero. Se me había olvidado que íbamos a vengarnos.

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